20 mayo 2013

RIDER 1000 Cataluña. DIA 4


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Lunes 20- 435km.


Esa noche la pasé en un pueblo cerca de la A-26, fuera del bullicio de la ciudad y en un modesto hotel, lo que no sabía era lo que me esperaba con la luz de una agradable y de momento despejada mañana.

El pueblo es Castellfollit de la Roca.

Me recorro las estrechas callejuelas que me trasladan a la edad media, con la piedra como único medio de construcción, los animales de tiro, el carro, los fajos de leña para la cocina ...

 Todo el pueblo está muy bien conservado y preparado para el turista, que seguro abarrotarán estas calles en la temporada estival. La Iglesia con el mirador desde donde se puede divisar todo el valle.

 El rio bordeando el acantilado, nos hace ver un pueblo que en su momento sería como una fortaleza para las tropas venidas más allá de los Pirineos.(imaginaciones del autor)

En el valle las huertas a las que se accedía por medio de un puente haciendo casi inexpugnable este emplazamiento.

Pero lo más bonito casi me lo pierdo. En vez de incorporarme hacia la autovía, salgo por la otra entrada a la ciudad y la perspectiva es de lo más novelesca.
Todo el pueblo está coronando una pared de 50 metros convirtiendo el sitio en una postal.

Pero toca el regreso y voy alejándome poco a poco. El día hacia Cervera se empieza a torcer.  La temperatura desciende y comienza un aguacero que se convierte en granizo. La visera empieza a empañarse y un rio baja por la pendiente. Al otro lado, un camión me empieza a dar las luces como un loco y en un rápido vistazo al cuenta kilómetros me doy cuenta que a 90 pocos radares me van a pillar, así que extrañado por la advertencia, bajo la velocidad por si acaso. Por la visera ya no veo nada o todo me parece de un color balquecino, como del color que me quedé al ver toda la carretera cubierta de una pasta lechosa. El granizo caía con tanta insistencia que había cubierto por completo la calzada. Con el rabillo del ojo veo que por el otro lado un accidente múltiple colapsa la via y por el mio ya no hay roderas, teniendo dos opciones,  o parar bajo aquella lluvia de piedras o continuar detrás de las roderas de un camión que me empezaba a pasarme. Siempre hacia adelante me repito y me lanzo por la estrecha via que dejan las ruedas de un trailer a toda velocidad. 

De pronto cesa todo y la calma regresa. Me paro en la primera gasolinera con bar que veo y un enjuto expendedor se queda asombrado al verme cogiendo con las dos manos un puñado de aquella masa que llevaba por toda la moto y enseñándola a los parroquianos del chigre que arduos salieron a ver aquél bicho con aquella pasta sopa de granizo. 
Nuevamente me volví a sentir observado.

El resto del camino fué bajo agua y acabé la jornada como lo empecé, en una habitación de hotel preparando la ruta del día siguiente. 
Parque natural de las Bárdenas Reales, pero eso será para otro día.

DIA 5 --------------------------->

   

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